Un penúltimo vals

El Madrid no sabe todavía qué ponerse. Se prueba todo tipo de chaquetas, combinaciones y estilismos sin demasiado éxito. Y no se siente cómodo con nada. En Balaídos se atrevió con un look arriesgado por lo novedoso: jugar con tres centrales. Como quien espera que un corte de pelo le solucione por completo sus problemas de personalidad. El resultado fue, cuando menos, desconcertante. Especialmente para los propios jugadores madridistas, desorientados y desesperados por momentos. Pese a jugar con cinco defensas, hubo más agujeros que nunca y varios jugadores del Celta se plantaron completamente solos en repetidas ocasiones delante de un vendido Courtois, una vez más determinante. El juego del Madrid, mientras tanto, sigue siendo tan gris como su camiseta en Vigo. Espeso y plano como un plato de gachas recalentadas. Las probaturas parecen un síntoma preocupante para estar ya casi en noviembre y con el Borussia Dortmund y un remozado Barça llamando a las puertas del Bernabéu.Se interpreta la apuesta de Ancelotti por los tres centrales como una bengala en el océano, pidiendo refuerzos a la directiva con los que apuntalar su maltrecha defensa. Cada partido, además, Militao tiene siete amagos de lesiones distintas. No gana para chicles Ancelotti. Va a terminar el italiano con un bruxismo galopante. Pero es lo que tiene forzar a un jugador salido de una lesión grave a afrontar la temporada con el calendario más exigente que se recuerda en años sin un recambio de garantías.Modric demostró, en el día en el que se convertía en el jugador más veterano en vestir la blanca, que todavía no quiere que suene su último vals. Salió al campo desde el banquillo y dio un pase de gol espectacular a Vinícius. Aparte de ofrecer tranquilidad y criterio a un Madrid que se movía por el campo como pollo sin cabeza. Y todo esto, además, viniendo de jugar con la selección de su país. Sigue siendo fundamental y especial. Modric, como el París de Vila-Matas, no se acaba nunca. Lo irónico de todo esto es que, con la estricta política actual de fichajes del Real Madrid, el croata nunca habría podido llegar al equipo blanco. Aterrizó con 27 años en Madrid y sin carta de libertad. Algo impensable hoy en día. Lo bueno de Modric es que, como el blanco, combina con todo. Un alivio para este Madrid que no se termina de encontrar delante del espejo.

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