Dentro de ‘El lago de los cisnes’ (III): El corazón de la producción que diseña el milagro

Para algunos la gira del Ballet de San Francisco comenzó en el momento en que 120 personas cogieron el avión desde el Aeropuerto Internacional de San Francisco rumbo a Madrid. Para otros, como Sasha De Sola, la gira como bailarina comenzó desde que era pequeña, cuando tenía una extraña certeza, pese a ninguna evidencia en su entorno, de que sería una gran bailarina. Y para el corazón de esta producción, el equipo técnico, este viaje comenzó en agosto, cuando tuvieron que empezar a empaquetar pelucas, trajes, puntas, decorado y material para sus funciones en el Teatro Real. Los días previos a la llegada de los bailarines Tchaikovsky no sonaba en Real. Eran siete camiones de gran capacidad los que anunciaban la llegada de una de las mayores producciones de la compañía. Un total de 75.600 euros de material, incluyendo decorados, vestuario y atrezzo se descargaban en los almacenes del Teatro Real.Mientras que los bailarines entran a su clase acompañados de Antonio Molina, el equipo de producción va preparando todo para el ensayo técnico. Varios percheros móviles atraviesan los pasillos del Real con tutús y tutús colgados al revés, para que cuando la bailarina se lo ponga las plumas estén rectas. Mientras tanto, el equipo va comprobando las luces, el sonido de los micrófonos por los que el equipo tiene que comunicarse. En una de las bambalinas han creado un cambiador provisional porque hay un cambio tan rápido que no da tiempo a hacerlo en el camerino. Allí, varias trabajadoras del teatro están prevenidas para ayudar. «En cinco minutos comienza el ensayo técnico. Todos prevenidos». Los bailarines se preparan y el equipo técnico también.Thomas Richards-Keyes, asistente de peluquería y maquillaje del San Francisco Ballet, se encarga de controlar que todo el material que van a utilizar los bailarines esté correcto y ordenado, ya que los cambios van a ser muy rápidos y es necesaria una buena organización Tania SieiraUno de los grandes retos es adaptar la producción en los teatros donde el ballet va a actuar. «Nuestro ‘Lago de los cisnes’ se creó con las medidas de nuestro auditorio, así que adaptarlo es divertido. Sí, divertido», cuenta entre risas Daniel Thomas, el director de producción, en la cabina donde trabaja. Para su equipo, el mayor reto es el estreno. « Siempre nos ponemos muy nerviosos, pero en realidad siempre acaba saliendo. Todo queda recompensado siempre». Ambos equipos, español y californiano, deben trabajar juntos y no siempre es fácil. El primer problema es el idioma. Aunque eso está resuelto gracias a una menuda traductora que se mueve de un lado a otro traduciendo a ambos equipos todo lo que se quieren transmitir. «No siempre es fácil. Hay muchos malentendidos, a veces incluso tensión y también tengo que rebajar el mal ambiente», reconoce tímidamente María Díaz, la traductora. Lleva toda una vida dedicándose a ello así que sabe a la perfección cómo gestionarlo. Junto a ella hay tres compañeros más que ayudan en esta función a iluminación y vestuario. María ha tenido que aprenderse el vocabulario específico del mundo del atrezzo para facilitar el trabajo de los equipos.Los bailarines del San Francisco Ballet realizan cada día, además de la clase, un ensayo técnico junto a todo el equipo técnico tanto del Teatro Real como de la compañía durante la mañana. Tania SieiraMientras que algunos bailarines entran y salen al escenario para comprobar que la iluminación es correcta y no les molesta para bailar, la sala de peluquería va llenándose de jóvenes que se sientan para ser peinadas. Y para que les pongan las pelucas. Y mientras, el asistente de peluquería y maquillaje, Thomas Richards-Keyes, va preparando cada una de las diademas de plumas de los cisnes. Todas ellas están marcadas con el apellido de cada bailarina. Cada una a su medida. Todas en fila. Y frente a ellas, varios bustos con las pelucas que se requieren para el primer y tercer acto del ballet. «A veces, las bailarinas tienen menos pelo de lo habitual o cuentan con un moño natural muy pequeño y tenemos que fabricarlo. Aunque la mayor parte del trabajo es previo a la gira», indica señalando todo lo que han traído de San Francisco. Los pasillos están llenos de tutús, trajes y puntas. La compañía ha traído alrededor de 250 pares de zapatillas, aunque las bailarinas también han traído las suyas. Noticia Relacionada reportaje No Dentro de ‘El lago de los cisnes’ (II): El anhelo de regresar al artista Clara Molla Pagán ABC acompaña a Antonio Castilla, director artístico asociado del San Francisco Ballet, durante una jornada en la gira que está haciendo la compañía en España con ‘El lago de los cisnes’Conforme avanza el día, la tensión comienza a sentirse en el aura del teatro. Y las bambalinas comienzan a llenarse de hombres y mujeres de negro, que corren de un lado a otro dejando todo listo para la función que comenzará unas horas más tarde. Pequeños cisnes revolotean por los pasillos y algunos miembros de la corte también. Hay risas, pero también rostros concentrados. Hay adultos, y también niños. A las puertas del teatro, por la calle Felipe V, esperan cinco niños del Conservatorio Profesional de Carmen Amaya para entrar a la función. Actúan en la corte. La emoción de sus rostros brilla tanto como la de sus maestros, que los acompañan hasta los camerinos. Mientras tanto, la regidora de la compañía, Nicole Mommen, se pone el micrófono, y la regidora del Teatro Real, Sandra Pindado, también. Es la primera vez que está al frente de un ballet en el tiempo que lleva en la institución, y va indicando al equipo todo lo que Nicole le va diciendo. «Es un reto porque tengo que traducir. Pero siento que es todo para creer», asegura en voz baja.Mientras que el equipo técnico moviliza todos los tutús de los cisnes con perchas móviles, las bailarinas comprueban el elenco que cada día se imprime y se pone en las bambalinas del Teatro Real Tania SieiraLos asistentes ya están en sus butacas. El maestro Martin West se mueve de un lado a otro con su batuta esperando a que le indiquen la entrada. Pero no lo puede hacer aún. En el último momento, el traje de una bailarina se rompe y tienen que gestionarlo en cuestión de segundos porque ya van con tres minutos de retraso. Mientras se lo enmiendan, el murmullo en las bambalinas continúa. Entra el maestro, empiezan los aplausos y los primeros compases de Tchaikovsky. Entra a escena una menuda bailarina, que tras el conjuro de Von Rothbart, queda convertida en cisne. Mientras tanto, los niños miran asombrados desde los pasillos del escenario, como si de algún modo, ellos fueran quienes están en realidad bailando. Mientras tanto, un hombre dirige sutilmente con la mano el ritmo de la orquesta desde bambalinas. Y ahí, se produce también una escena emotiva. Un joven niño que ha tenido la oportunidad de bailar esta noche mira al resto de sus compañeros desde uno de los pasillos. Aguanta las lágrimas que su maestro no puede evitar al ver al resto de alumnos bailando. La sonrisa de su rostro húmedo de emoción sacude a los presentes. Cuando los niños salen del escenario, los gritos agudos de estos hacen reír a los técnicos, y aunque son fuertes, quedan sobrepasados por la música de la orquesta.Una de las bailarinas antes de entrar a escena Tania Sieira«Top». Con esa expresión, la regidora indica la salida de las cortinas del escenario. Allí entra Sasha de Sola con un delicado salto y las luces siguen cada uno de sus movimientos. Mientras tanto, Sandra, la regidora del Real, va siguiendo la partitura del ballet al pie de la letra para seguir segundo a segundo la función. Tras el final del segundo acto, los técnicos tienen quince minutos para convertir el bosque en el salón de un gran palacio. Allí escaleras se mueven de un lado a otro para recrearlo, mientras parte del público se toma un descanso para regresar al patio de butacas. Los pasillos de las bambalinas se despejan porque cuando termine esta parte, entrarán en cuestión de segundos sillas y escaleras ya que el tercer y cuarto acto no cuenta con un intermedio. Y allí vuelve a salir Odette, seguida de una luz tenue que sigue cada movimiento. Sus compañeros la ven desde los pasillos. Finalmente, Von Rothbart cae al suelo. Resopla intensamente, pero gracias a la música, los espectadores simplemente ven a un villano caído. Entre bambalinas, un bailarín exhausto cuya respiración queda camuflada bajo la orquesta del Teatro Real. Cae el telón. Los aplausos y vítores no cesan y Nicole vuelve a indicar una subida de telón para otro saludo de los bailarines. Algunos técnicos se chocan la mano, otros se abrazan. Otra función. Otro éxito.

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