Seguros bajo tierra
El transcurso del tiempo tiene efectos devastadores sobre la memoria y sobre la geografía física. Muchos de los lugares y los escenarios del pasado ya no existen o quedan pequeños vestigios. No es el caso de los túneles de la ciudad inglesa de Ramsgate, que sirvieron de refugio a miles de personas durante la II Guerra Mundial. Han sido conservados, restaurados y documentados por las autoridades del municipio, que han convertido en un museo esos seis kilómetros de túneles.Los habitantes más viejos mantienen los recuerdos de los años comprendidos entre 1940 y 1945 cuando, siendo niños, se refugiaron bajo tierra para protegerse de los bombardeos alemanes . El primero de ellos sucedió en agosto de 1940 cuando la Luftwaffe destruyó mil casas de la localidad y provocó la muerte de 31 personas. «Fue nuestro hogar, allí nos sentíamos seguros y nuestras familias podían olvidar el drama de la guerra», dice un vecino que la localidad que tenía ocho años cuando empezaron a caer las primeras bombas de Hitler.Ramsgate, que entonces tenía unos 40.000 habitantes, era un importante puerto en Kent, en el sur de Inglaterra, y un enclave muy cercano a la costa francesa . Era un objetivo fácil para la aviación alemana y un aviso de los estragos que podía causar en Londres en aquel primer verano del conflicto.Fue Arthur Kempe, su alcalde y descendiente de un arzobispo de Canterbury, quien tuvo la idea de utilizar los túneles para proteger a la población. En 1938, un año antes del comienzo de la guerra, Kempe propuso al Gobierno ampliar esos túneles ferroviarios y construir refugios. La propuesta fue rechazada por su coste .Todo cambió cuando en septiembre de 1939 el primer ministro Neville Chamberlain declaró la guerra a Hitler tras la invasión de Polonia. El Gobierno cedió, la obra se llevó a efecto y, al cabo de un año, estaba terminada. Eso sirvió para salvar la vida de cientos de personas porque Ramsgate fue destruida por los bombardeos. Se calcula que cerca de 30.000 vecinos utilizaron los túneles para guarecerse de la Luftwaffe, aunque solamente 1.000 se instalaron de forma permanente tras haber perdido sus casas.Las fotografías muestran cómo vivía la gente en lo que fue la réplica de la ciudad que habían abandonado: literas, pequeños espacios de intimidad con cortinas, juguetes y libros, un bar, comedores, baños e incluso zonas de ocio. En una de esas imágenes, se ve a una madre que intenta que su hijo se duerma. No había malos olores porque los diseñadores utilizaron las corrientes de aire del mar para ventilar el interior y la temperatura era constante. Un milagro de la ingeniería .Para regular el acceso, la autoridad civil creó un carné que especificaba quienes tenían derecho a vivir en las instalaciones, que gozaban de prioridad sobre el resto de la población. A quienes no estaban inscritos, se les permitía utilizar las literas durante el día para descansar.Al finalizar la contienda, los túneles fueron abandonados y sellado s. Pero en 1988, cuatro décadas después, el Ayuntamiento de Ramsgate rehabilitó la infraestructura. Hoy se proyecta una película que explica la historia del lugar, que puede ser recorrido en su totalidad.«Han sido conservados y documentados por las autoridades del municipio, que han convertido en un museo esos seis kilómetros de túneles»La construcción se remonta a 1863, en plena época victoriana, cuando se edificó una estación de tren en el puerto marítimo, lo que exigió construir un túnel, que pemaneció operativo durante más de 60 años. Lo que hizo Kempe fue ampliar su extensión tras convencer a sus detractores de la bondad de la idea.Ramsgate fue un oasis de paz y seguridad en una Gran Bretaña devastada. La convivencia y la solidaridad eran muy fuertes en aquellos túneles que son evocados hoy como un paraíso perdido.