La segunda presentadora

No es el ‘Un, dos, tres’ de Mayra mi ‘Un, dos, tres’. Lo es el de Kiko Ledgard . El de la infancia de la tele en blanco y negro. El de don Cicuta. Mayra Gómez Kemp empezó a presentar el legendario concurso de Chicho Ibáñez Serrador en 1982 (hasta el 88). Los viernes también se podía ver ‘La clave’. Por lo menos, la película. Pero desde el 76 era una cara conocida en el espacio como actriz. La primera vez fue una hurí en el especial de ‘Las 1001 noches’. Luego formó parte del Trío Acuario con María Durán y Beatriz Escudero. ‘Rema, rema, marinero’ o ‘Eso es el amor’. Sí, señor, tres señoras buenorras.Y antes del ‘Un, dos, tres’, presentó ‘625 líneas’, donde estaban acogidos Tip y Coll y donde ella hablaba inglés con las estrellas internacionales de las series. En el 82 se convirtió en la segunda presentadora del ‘Un, dos, tres’. Y en la primera mujer que presentaba un gran concurso en el ‘prime time’. Aunque quien mandara fuera Chicho. Romper el techo de cristal, pero poco. A Bertín Osborne le dijo que Joaquín Prat cobraba el doble que ella en ‘El precio justo’ (bueno, el año de comienzo de ‘El precio justo’ es el año en que ella termina como presentadora en el ‘Un, dos, tres’, pero nadie duda de que eso fuera cierto). El otro día contaba que le robaron el bolso en el hospital. Ya le robaban antes. Mayra Gómez Kemp es una de esas figuras televisivas de cuando todo el mundo veía la televisión. Y a Beatriz Carvajal, la Bombi, Antonio Ozores, el dúo Sacapuntas o Las Hurtado. ¿Nos alabamos? Hala, vamos. De cuando uno era famoso para todo el mundo. Por eso seguía siendo alguien a quien entrevistar tras superar los cánceres que le dejaron dificultad para hablar. Aunque no para dejar las cosas claras. Memorable el día en que Paz Padilla la entrevistaba, ya viuda, en ‘Sálvame’ y poco menos que le dijo cómo tenía que afrontar el duelo de un marido que al conocerla le dijo que tomara una sopa para adelgazar. «No puedes seguir así de gorda», le soltó. Pero se ve que se lo perdonó. El caso es que Padilla estaba empeñada en que tenía que aceptar su muerte. Y Mayra: « No, yo no aceptaré nunca que me falte mi marido . Nunca. Yo no soy tú». Y la otra insistía. «…no tengo por qué aceptarlo, Paz. Yo no soy Santa Mayra de los cojones». Claro. Era Mayrú-chachachá.

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