«El 1», la persona más buscada en Palacio
«El 1» era ayer la persona más buscada. En el Palacio Real había mil preguntas que hacerle, casi todas relacionadas con ese informe de la Guardia Civil que lo bautiza como si fuera el jefe de una trama corrupta en el seno del Gobierno, pero también alguna sobre el otro varapalo de la semana: el respaldo de la Audiencia Provincial de Madrid al juez Peinado para que siga investigando a Begoña Gómez, la gran ausente el 12-O. «El 1» es hoy el «wanted» de las películas del oeste , el «señor X» del final del felipismo, el «M. Rajoy» que propició la moción de censura que le aupó al poder al grito de «ejemplaridad» y «lucha contra la corrupción». El problema es que al 1, Pedro Sánchez, el informe de la UCO que hemos conocido esta semana lo ha puesto ante el espejo. La mentira anida en La Moncloa . Por eso, a esta legislatura empieza a ponérsele cara de 1993, cuando Felipe González malvivía acosado por los escándalos. En 1997, ya fuera del Gobierno, el expresidente confesó lo siguiente: « Yo acepto responsabilidades políticas, pero no penale s. Amargado no estoy, pero sí cabreado. Ha habido una conspiración desde 1993».Y esa amargura está en el rostro de «el 1», que ayer atendió a la prensa para llamar «Torquemada» al líder de la oposición: «Llevan pidiendo mi dimisión desde noviembre de 2023. La noticia es que no la pidieran». Sólo le faltó decir, como González en el 97, que hay una conspiración, pero eso no quita que «el 1» esté cada vez más bunkerizado, victimizado, alejado de la realidad. Como Joaquín Sabina, Sánchez lo niega todo, incluso la verdad . ¡Que ayer habló de las elecciones de 2027!, como si aquí no pasara nada. El informe es el documento policial más importante de la democracia española, porque describe una trama dentro del Gobierno que alcanza también a la presidenta del Parlamento. « Cariño Armengol », que fue ayer la primera en entrar en palacio tras bajarse del autobús en la plaza de la Armería, decidió no dar explicaciones. Junto a ella, la vicepresidenta Yolanda Díaz, «helada» por el diluvio que estropeó el desfile, caló a los militares y salpicó a las autoridades. A ella se le acercó ayer Miguel Tellado, el portavoz del PP, también bastante buscado después de que tres de sus diputados no se enteraran de que el Gobierno quiere adelantar las excarcelaciones de etarras. Tellado y Díaz son viejos conocidos de la política, porque han estado años discutiendo en Galicia. El portavoz del PP le dijo a la vicepresidenta: « Vosotros que sois la parte no corrupta del Gobierno, ¿por qué no rompéis? ». Y ese es uno de los ejes del discurso de Feijóo, que ayer hizo el mismo corrillo al menos seis veces para decir tres cosas: que Sánchez debería dar una rueda de prensa sin límite de preguntas; que es impresentable que los socios del Gobierno estén callados ante los escándalos de Koldo, Ábalos, «Cariño» y «el 1»; y para pedir calma en su labor de oposición: «La coalición va a aguantar hasta que estalle todo. Al toro hay que sacarle la muleta cuando toca , sino te puedes llevar una cornada». Feijóo defiende la moción de censura como una herramienta disponible, pero insiste en que no es el momento, lo mismo que dijo Díaz Ayuso, por cierto. «¿Que va a pasar con la querella de Sánchez a Peinado, qué va a pasar con la imputación del señor Ábalos, qué va a pasar con el caso del fiscal general del Estado?», se preguntó Feijóo, que espera paciente mientras engrasa los cañones. Estas tres preguntas se van a resolver muy pronto, esta semana muy probablemente, según apuntaron a ABC invitados bien informados. Y, con correspondiente cautela, todo apunta a que las tres serán malas noticias para La Moncloa. La Princesa sonría el Rey en presencia de su madre Jaime GarcíaY en esta tesitura, de repente, el presidente del Gobierno se tuvo que enfrentar a la realidad más cruda. La presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Maite Araluce, hija del consejero del Reino cuyo asesinato por ETA casi manda al garete la Transición, se le acercó para decirle cuatro cosas: que tiene abandonadas a las víctimas, que no las recibe, que « es una vergüenza » adelantar la excarcelación de etarras y que tiene un día para retirar esa reforma legal. Sánchez solo pudo decir que eso es «su opinión» y esconderse en una cuestión de agenda, pero si nadie rectifica antes del lunes aquí se abre otra vía de desgaste para el Gobierno en forma de manifestación de apoyo a las víctimas. Un 12 de octubre más, el Palacio Real de Madrid, impresionante como siempre, fue testigo de cómo a esta legislatura se le está poniendo el mismo aspecto que a la de 1993. Es ese inconfundible tufillo de trolas y corruptelas que anuncia, aunque sea en diferido, el final de un Gobierno agotado.