Alberto Rivera, del fútbol de Primera a correr maratones
Alberto Rivera Pizarro (Puertollano, 1978) es hoy un señor de 46 años en plena forma que participa en carreras populares por pura afición, pero en otra vida, no tan lejana, fue futbolista profesional y de los buenos. Tanto que jugó 282 partidos en Primera división en diferentes equipos y mantiene un prestigioso récord de precocidad que todavía nadie ha superado: con 17 años y 114 días debutó y marcó un gol con el Real Madrid. Ocurrió en el estadio de Balaídos ante el Celta de Vigo el 10 de junio de 1995. A Rivera, centrocampista de mucha clase, le dio la alternativa Jorge Valdano. Entró al campo por Amavisca en el minuto 59; Raúl, otro crío de 17 años, firmó el 0-1 en el 83 y él, en un rebote, convirtió el 0-2 definitivo en el 87. Era la penúltima jornada de Liga y la victoria tuvo un valor relativo porque los blancos habían conquistado el título el sábado anterior al vencer 2-1 al Deportivo de la Coruña.Tras retirarse del fútbol hace una década, empezó a montar en bicicleta de montaña, «me caía todos los días y un compañero me comentó: ‘O cambias de deporte o te vas a matar algún día’». Así que se pasó al atletismo, le picó el gusanillo y se enganchó. No se le da mal. El año pasado completó el medio maratón de Santa Pola en 1:08:40 (puesto 21º entre más de 4.000 corredores) y el maratón de Valencia en 2:25:32 (posición 288 entre casi 26.000). «Intento hacerlo lo mejor posible», afirma quien sigue conservando el gen competitivo pese a que «no me planteo marcas». «Ya llegas a una edad en la que el límite está más cerca», reconoce, antes de añadir: «Me gusta, casi más que la competición, el proceso de preparación, el estar con los amigos». En mayo atacó los 101 Kilómetros de Ronda en menos de diez horas, a finales de septiembre cruzó primero la meta del medio maratón de Puertollano, su tierra natal, y el domingo pasado en Albacete, también en el medio maratón, fue subcampeón de España de su categoría (Máster-45) . Ahora se encuentra afinando para la ‘La Desértica’, una prueba de montaña de 70 kilómetros, de Almería a Roquetas de Mar, prevista para el 26 de octubre. «La gente se sorprende cuando me ve en una carrera»», indica Rivera, que nota «el cariño» en los sitios en los que ha jugado: en Asturias por el Sporting de Gijón, en Sevilla por el Betis o en Valencia por el Levante.En la temporada 2001-2022, Rivera posa con la camiseta del Real Madrid junto con Iván Campo, Fernando Hierro y Raúl Ignacio gil«Estoy orgulloso de mi etapa como futbolista. Conseguí debutar en el Real Madrid, me tiré 12-14 años en Primera, estuve en equipos muy importantes, jugué la Champions con el Betis…», enumera. De su estancia en un vestuario plagado de estrellas expone que «lo que marca estar en el Real Madrid es la capacidad mental. No todo el mundo lo aguanta. A mí no me llegó la madurez tan pronto como a Raúl o Guti que, además de la calidad, tenían la personalidad suficiente para decir que estaban allí porque lo merecían. Es evidente que el Madrid no espera a nadie». Rivera conoció las dos caras del fútbol: la del descenso a Segunda división con Levante, Betis y Sporting, y la del ascenso a Primera con Levante y Elche. Y hubo un entrenador clave en su trayectoria: Manolo Preciado . «Forjamos una amistad en el Levante. Luego me llamó para el Sporting, después de tres años en el Betis, y supimos mantener las distancias aunque era mi amigo. Precisamente por eso, yo apretaba mucho más e intentaba dar ejemplo. De hecho, vino a mi boda. Para mí ha sido la mayor pérdida a nivel deportivo y personal», explica sobre el técnico fallecido en 2012.Con Lopera, presidente del Betis, al ser presentado como nuevo jugador en 2005 Laura LeónMientras, del Olympique de Marsella, su único club extranjero, cuenta que aterrizó «cedido junto con Alfonso Pérez en una época complicada, pero sí que me ayudó bastante como experiencia. Otra cultura. Realmente viví lo que era el fútbol profesional al margen del Real Madrid». Rozó la selección españolaIncluso rozó el vestir la camiseta de la selección española. Lo convocó Luis Aragonés en noviembre de 2005 para jugar contra Eslovaquia la repesca del Mundial de Alemania del verano siguiente. «El partido de ida fue en el ‘Vicente Calderón’, que cayó un diluvio impresionante y Juanito y yo nos quedamos en la grada, sin vestirnos. Ganamos 5-1 (con tres goles de Luis García, uno de Fernando Torres y otro de Morientes)», recuerda. Con la eliminatoria muy encarrilada, en el encuentro de vuelta (empate a uno, con gol de Villa), en Bratislava, «calenté en el descanso, pero no pude debutar. Fueron dos semanas increíbles. Aquel equipo era la base del que años más tarde sería campeón de Europa y del mundo». Rivera, que había salido de casa a los 14 años, volvió a Puertollano cuando colgó las botas a los 36. Ahora se encarga de coordinar el fútbol base del Calvo Sotelo, desde cadetes hacia abajo. Su misión es que «los niños tengan una evolución; una educación deportiva como la que yo recibí y que sean mejores personas». Entre esos cientos de chavales de la cantera están dos de sus hijos: Álvaro, de 15 años, y Alberto, de 17 . «Lo importante es que hagan deporte. Llegar a profesionales es súper difícil», concluye quien sabe de primera mano que esto es una carrera de fondo. Como un maratón.