Rocío Monasterio, otra fundadora de Vox apartada
Rocío Monasterio (Madrid, 1974), hija de padre cubano y madre española, llevaba en Vox diez años . Su rostro estaba vinculado a los orígenes del partido junto a Santiago Abascal y desde esos principios fue una de las voces más contundentes en Vox no solo contra la izquierda, sino también frente a las políticas de Rajoy, primero, y después del PP en su conjunto, al que siempre situó en la «derechita cobarde». Monasterio no llegó a la política a hacer amigos, a tener un «puestecito», como dice ella misma, ni a caer bien a los medios de comunicación. Fue a la política convencida de que su «sacrificio» era un acto patriótico por España y por los españoles, ante la deriva que, a su juicio, estaba tomando el país por culpa de los políticos. Porque ella nunca se consideró una política . De hecho, hablaba de ellos como si fueran una especie aparte, sin nada que ver con ella, y les culpaba, sobre todo a los del PP y PSOE, de los principales males de la sociedad. Monasterio, del ala más liberal del partido, fue presidenta provincial de Vox en Madrid desde 2019 y en estos años ha comprobado su lento declive en esta comunidad, sin poder hacer frente a una Ayuso cada vez más grande. Arquitecto de profesión, y provida de corazón, ahora vuelve a la actividad privada, como ya hizo su marido, Iván Espinosa de los Monteros, el año pasado. Se va dolida y decepcionada de su paso por la política y por Vox.