La Ojiva de Madrid
El Viaducto es la ojiva de Madrid, según Gómez de la Serna, o la herradura de la ciudad añeja, que más tarde diagnosticara Umbral. Cumple el monumento ciento cincuenta años , alcalde, y yo aún lo recuerdo, hace una década, rato arriba, rato abajo, cuando echaron redes, y lo vistieron de andamio, porque le tocaba un Plan Renove. Estuve de vecino durante aquel aseo del Viaducto, que incluyó impermeabilización y pintura. Fue una postal insólita, durante meses. El Viaducto tuvo entonces una majestad única, e imposible, con los andamiajes al aire, casi flotantes, una fachada que se hacía fantasmal, según las horas, porque vivió oculto de arcadas gigantes bajo un vendaje de redes transparentes y laberintos de aluminio.Era otro Viaducto, entre la convalecencia pétrea y una instalación artística. El Viaducto reúne mucho avatar biográfico, y allá en el otoño de 1874, aún sin rematarse de obra, servía para el paso de la comitiva fúnebre que trasladaba los restos de Calderón de la Barca desde San Francisco el Grande hasta la Sacramental de San Nicolás. Esa fue su inauguración sin inauguración, digamos. Hablamos de un primer Viaducto, proyectado en osamenta de metal, muy austero de vuelo, que daba juntura, sin alardes, a la zona de San Francisco el Grande con la zona del Palacio Real, alargando así la calle Bailén, que flotaba sobre el desnivel salvaje donde un día remoto discurriera el arroyo de San Pedro. Se trata de un Viaducto de empleo, con nulo adorno, que cumplió un rato de años, hasta que en 1932, cuando recayó obsoleto, se convoca un concurso de un proyecto de nueva construcción, para levantar otro Viaducto, de hormigón armado, y aplicaciones de aluminio, el mismo que hoy conocemos, remozado arriba, remozado abajo. Aquel concurso fue ganado por el arquitecto Francisco Javier Ferrero Llusiá, más los ingenieros de caminos Luis Aldaz Mugiro y Juan-Aracil y Segura. Y, desde entonces, todo seguido hasta hoy. Carga ya siglo y medio de trajín diverso el Viaducto, entre el ambiente insomne de algunas películas de Almodóvar y el abismo veterano de ciertos suicidas anónimos.