El Cesid dio a Bárbara Rey bolsas con hasta 50 millones de pesetas
Bárbara Rey grabó al Rey Juan Carlos en persona y por teléfono, además de fotografiarlo sin su consentimiento, y usó el material para chantajearlo. El Estado cedió y pactó el pago de más de 600 millones de pesetas de la época , según acreditaron las notas del teniente general Emilio Alonso Manglano, director del Cesid desde 1981 y hasta 1995, recogidas en el libro ‘El jefe de los espías’. A lo largo de los últimos días ha salido a la luz una buena parte de ese material , tanto fotos como grabaciones, así como el testimonio de su hijo, Ángel Cristo, que ha confirmado todos los puntos del chantaje a la Corona. Estas pruebas se suman al testimonio de Alberto Saiz, el primer director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), heredero del Cesid, de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, que, en una entrevista en La Sexta, confirmó los pagos y aseguró haber terminado con ellos. Este proceder evitó que el material saliera a la luz desde mediados de los años 90, pero los intentos de los servicios de inteligencia por recabar las grabaciones y destruirlas resultaron infructuosos.Noticia Relacionada estandar Si Escándalos y operaciones secretas del espionaje español: los oscuros orígenes históricos del CNI César Cervera El CNI está estos días en el ojo del huracán por el espionaje a personas vinculadas con el movimiento independentista en Cataluña, pero no es, ni mucho menos, su mayor escándalo en una historia siempre al borde de la leyLa artista había mantenido una relación amorosa con Don Juan Carlos a finales de los años 70. Ya en los 90, acuciada por las deudas, retomó el contacto. La actriz invitó al Rey a almorzar en su casa de Boadilla del Monte (Madrid) el 22 de junio de 1994. Como desvelaron los papeles de Manglano, era una trampa perfectamente orquestada. El hijo mayor de Bárbara Rey y el domador Ángel Cristo, que entonces tenía tan sólo 13 años, se colocó en el muro de la parcela, tapado por los setos, y, como él mismo ha relatado públicamente, disparó varios carretes de fotografías mientras su madre y el Rey comían un arroz en el porche de la casa. En el interior habían preparado dos cámaras ocultas, una dentro de un televisor que vaciaron y otra en un lapicero. Cuando los protagonistas de la escena entraron, se realizaron tres grabaciones, «dos en la cama y una en el salón», como desveló ‘El jefe de los espías’, publicado por los firmantes de esta información en octubre de 2021. Bárbara Rey no conseguía trabajo en televisión ni cine tras la etapa que pasó casada con el empresario circense Ángel Cristo, y culpaba -sin pruebas- de su situación al Rey Juan Carlos y a la Reina Sofía. Acuciada por las deudas, buena parte de ellas provocadas por su ludopatía -reconocida por ella misma y descrita por su hijo- puso en marcha los chantajes. El 4 de julio de 1994, lunes, a las 19:00 horas, Don Juan Carlos, en presencia de Fernando Almansa, jefe de la Casa del Rey, telefoneó a Emilio Alonso Manglano. Le informó de que una persona, que decía ser guardia civil, había llamado y enviado dos diapositivas a La Zarzuela. Desde el primer momento el jefe de seguridad de La Zarzuela, teniente coronel Quintana Lacaci, supo que detrás del chantaje estaba Bárbara Rey, y así lo hizo saber. Para evitar la difusión de las imágenes, Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador de la fortuna privada y oculta de Don Juan Carlos, hizo al menos una entrega de 25 millones de pesetas a la artista, de la que informó al teniente general Emilio Alonso Manglano. Además, el director del Cesid trasladó instrucciones directamente al gabinete de Felipe González para que RTVE contratara a Bárbara Rey. Desde La Moncloa se pusieron en contacto con el ente público y, en apenas unos meses, la vedette tenía un programa. El propio Rey Juan Carlos se interesó en agosto de 1997 por cómo iban las gestiones con televisión Española. Las fotos fueron entregadas, pero el tiempo ha demostrado que antes hicieron varias copias. De hecho, Ángel Cristo posó en la revista neerlandesa que reveló las imágenes la semana pasada con unas diapositivas en la mano.Según fuentes próximas a la vedette, en ese momento ya arrastraba una deuda de «15 millones de pesetas con prestamistas del casino de Torrelodones» (Madrid). Ella misma ha hablado de sus problemas con el juego, y su hijo ha recordado esta semana en una entrevista en Telecinco que su madre era ludópata, algo ampliamente conocido entre los profesionales de la llamada prensa rosa. Así, el dinero se le acabó con prontitud, motivo por el que en 1995 pidió más. Y en 1996. Y siguió pidiendo, cada vez en un tono más alto, en 1997. «Emilio, Bárbara Rey ha vuelto a pedir ayuda, sabe cosas», dijo el monarca a Manglano en una audiencia una vez que éste ya había dejado el Cesid. «Hablar con M. Prado», anotó el teniente general. Colón de CarvajalEfectivamente, Manuel Prado y Colón de Carvajal confirmó a Manglano que «Bárbara Rey está en mala situación económica». Y esa situación se hizo cada vez más tensa, también por la intervención de Mario Conde, que se ofreció a «ayudar» recuperando el material, aunque desde La Zarzuela le dijeron que no hiciera nada.En esas fechas, la artista había contactado con el fotógrafo Santiago Arriazu, que elaboró un dossier con todas las transcripciones para que el chantajeado y su entorno, el Estado a fin de cuentas, fuera consciente de la magnitud del problema. Existía, según las notas de Manglano, una conversación en la que el Rey hablaba mal de Sabino Fernández Campo, además de tres vídeos: «Dos en la cama y uno en el salón». La conversación sobre Sabino, que la propia Bárbara Rey grabó desde su teléfono fijo con un magnetófono de cinta de cassette, ya ha visto la luz. Respecto a los vídeos, captados con dos cámaras ocultas el mismo 22 de junio de 1994, el día del arroz, la imagen es de muy mala calidad: «Se ve como si hubiera una cortina en medio», dicen a este diario fuentes que los han visionado. Pero el audio sí es bueno, aunque «impublicable». Dicen esto porque son conversaciones de alcoba, de la más estricta esfera íntima y sin interés informativo. Finalmente, el 2 de octubre de 1997, el Rey contó a Manglano cómo cedieron al chantaje: «Se ha llegado a un acuerdo. Ella firmará un papel. Se le entregan 100 millones de pesetas de entrada y 50 al año, en porciones mensuales, durante diez años. Las aportaciones mensuales las pagará el Cesid. Los 100 millones aún no se sabe». Muchos años después, el citado Alberto Saiz aseveró que no se usaron fondos reservados, sino que, según su versión, los agentes secretos se limitaban a recibir el dinero de donantes, amigos del Rey Juan Carlos, y canalizarlo hasta Bárbara Rey.La barbacoaAlgunas cintas se destruyeron quemándolas en una barbacoa, pero Ángel Cristo y el hijo de Arriazu antes habían hecho una decena de copias. Las grabaciones que se suponía eran únicas se depositaron en un maletín con clave que sólo tenía el Cesid pero que se guardaba en casa de Bárbara Rey. Cuando se hacían las entregas se revisaba que todo siguiera allí. Dos agentes del servicio secreto, que respondían a los nombres de ‘Aurelio’ y ‘Andrés’, según ha podido saber ABC, se encargaron no sólo de las negociaciones sino también de hacer las entregas personalmente a la artista. La más abultada fue, según fuentes conocedoras de los pagos, una de 50 millones de pesetas, 300.000 euros sin calcular el efecto de la inflación. Usaban billetes de la mayor graduación, 5.000 y 10.000 pesetas.«Borraron una cinta»La historia sobre unos productos químicos que habrían colocado los agentes del Cesid para generar un incendio dentro de la maleta -y que Bárbara Rey habría arrojado a la piscina sofocándolo- es «falsa», según aseguró Ángel Cristo en el programa ‘De Viernes’. Lo que sí es cierto es que al menos en una ocasión dos agentes del Cesid entraron en la vivienda para intentar destruir el material. «Borraron una cinta», anotó Manglano.El servicio de inteligencia sospechaba que podía haber copias, motivo por el que investigó no sólo al entorno de Bárbara Rey, sino también a los compañeros del colegio de sus hijos, sito en Villafranca del Castillo, y a los padres de esos alumnos, por si podían mantener copias ocultas a través de ellos. Según ha sabido ABC, un militar que tenía a un hijo estudiando allí fue alertado por el Cesid cuando comprobaron la filiación: «Sácalo de ahí», le dijeron. Lo que está ocurriendo estos días evidencia que quien cobró no cumplió su parte del trato y que los servicios de inteligencia no lograron hacerse con el comprometedor material. Aunque han tardado treinta años, mitigando el efecto de haber sido vistas en pleno reinado de Don Juan Carlos, las fotografías y los audios han terminado por emerger. Para la actual Casa del Rey, esta es una historia del pasado.