Noche oscura del alma jerezana
La Bienal de Flamenco siempre ha tenido una eterna duda con Jerez, por eso no es de extrañar que los dos espectáculos que se programaron para este miércoles estuvieran marcados por esa tierra que ha sido cuna de célebres artistas cabales. Es el caso de Jesús Méndez y de María Terremoto , dos cantaores de dos generaciones que han querido rendir tributo a ‘Asta regia’, la ciudad milenaria que se esconde bajo los cimientos de la actual urbe jerezana. El espectáculo que nos regalaron ambos artistas, un estreno absoluto, comenzó por bulerías con un mano a mano de ambos cantaores de pie sobre el escenario con el sonido de fondo de las palmas. Pocos minutos después, María se marchó y Jesús Méndez cantó una soleá con Pepe del Morao , guitarrista de pedigrí y representante de otra destacada estirpe de jerezana. Tras un «viva Jerez» que lanzó un espectador, el cantaor confesó que era «una noche muy especial, sobre todo por compartirla con María Terremoto, artista a la que admiro». Luego prometió dejarse «el alma y el corazón en Sevilla», y a fe que lo hizo. Entonces abordó varios fandangos, uno dedicado a la Macarena. Ese instante mágico se prorrogó con una nueva aparición de la hija del añorado Fernando Terremoto y ambos artistas volvieron a simultanear sus cantes. María se volvió a sentar y esta vez acompañada por Nono Jero a la guitarra y con las palmas de Manuel Cantarote y Juan Diego Valencia . Las malagueñas no tienen secreto para esta cantaora que luego entra en los tientos y los tangos. Ahí encandiló al público con el popular tango que reza «Soñé que Sevilla es de chocolate / y que la Giralda es de piñonate. La Torre del Oro es de caramelo. / Y el Guadalquivir. / Y el Guadalquivir es anís del bueno» . Después de interpretar ‘El guruguru’, se quitó los zapatos y bailó descalza.Después de esa parte más festera, la joven heredera de los Terremoto dijo que «es un placer estar con un compañero tan especial como Jesús, que más que un compañero es como de la familia porque mi padre lo adoraba y él adora a mi padre ». Posteriormente confesó que era «un día muy especial y me he tenido que poner una careta como a veces hacemos los artistas cuando subimos al escenario para armarme de fe y de ganas para daros lo mejor». Entonces reveló que «cuando canto seguiriyas es por un motivo y las de hoy os la dedico a vosotros y a mi hijo Fernando» . Fue ese instante cuando le brotó de las entrañas un canto lleno de desgarro. La noche oscura del alma jerezana siguió avanzando hasta que Alejandro Cruz Benavides rompió el silencio desde las notas del teclado flamenco de su piano. Tras un delirio de virtuosismo de este músico, María Terremoto y Jesús Méndez volvieron a salir y cantaron junto al pianista por zambras. Una vez se hubo ido Cruz Benavides, los espectadores estaban ya viviendo el colmo de su apogeo cuando se juntaron de nuevo Méndez, Terremoto, Pepe del Morao y Nono Jero, más el acompañamiento de palmas. Entonces llegó el final de fiesta y la cantaora volvió a quitarse los zapatos para bailar al compás que marcan las hondas raíces jerezanas. Así concluyó un espectáculo que dejará un recuerdo entre los afortunados que asistimos.