La Zarzuela abre su temporada con una ‘Marina’ adolescente
¿Quién no ha entonado alguna vez -no viene al caso en qué estado lo ha hecho- aquello de «A beber, a beber y a apurar las copas de licor»? Lo habrá cantado sin saber, posiblemente, que esos versos pertenecen a una ópera, ‘ Marina ‘, que es enormemente querida, paradójicamente, por los aficionados a la zarzuela. Y es que esta obra, compuesta por Emilio Arrieta sobre un libreto de Francisco Camprodón y Miguel Ramos Carrión , nació como zarzuela en 1855 (se estrenó en el Teatro del Circo); fue el tenor italiano Enrico Tamberlick quien impulsó su conversión en ópera, que vio la luz en el Teatro Real de 1871, y que es la que, con algunos cortes, se ha convertido en un título popularísimo. Y esta versión operística -pero íntegra, sin cortes-, es la que presenta el Teatro de la Zarzuela del 9 al 26 de octubre en una nueva producción, que supone además la puesta de largo de la primera temporada programada íntegramente por la directora del coliseo, Isamay Benavente . En el foso estará el director musical del teatro, José Miguel Pérez Sierra , mientras que la dirección escénica es de Bárbara Lluch (es su cuarto trabajo en la Zarzuela). El doble reparto es prometedor: las sopranos Sabina Puértolas y Marina Monzó se alternan en el papel titular; los tenores Ismael Jordi y Celso Albelo hacen lo propio con el papel de Jorge (con la alargada sombra de Alfredo Kraus, emblemático intérprete de este rol); a Roque lo encarnan Juan Jesús Rodríguez y Pietro Spagnoli, mientras que el papel de Pascual se lo reparten Rubén Amoretti y Javier Castañeda.«Mi abuelo me ponía ‘Marina’ en el coche; le gustaba mucho», revela Bárbara Lluch. «Mi abuela la escuchaba todo el tiempo», añade Ismael Jordi, mientras Juan Jesús Rodríguez revela que su padre cantaba «aquello de ‘Dichoso aquel que tiene la casa a flote…’», que ahora canta él precisamente como Roque. Eso habla de la popularidad de la obra, a la que ya se refirió Emilio Cotarelo (1857-1936), secretario de la RAE, cuando escribió que «’Marina’ es el único título del periodo romántico que ha permanecido en el repertorio y tiene un papel similar al del ‘Don Juan Tenorio’ de Zorrilla, ‘La canción del pirata’ de Espronceda y ‘Volverán las oscuras golondrinas’ de Bécquer».’Marina’ cuenta una historia de amores cruzados situada en la localidad gerundense de Lloret de Mar -«Costas las de Levante, playas las de Lloret», canta el personaje de Jorge en otro de los fragmentos más populares de la obra-; a menudo ha sido calificada de naíf e incluso de cursi . Marina espera en la costa la llegada de Jorge, un marino con el que ha crecido, que es su única familia y del que está enamorada en secreto. Pascual, el dueño del astillero, está a su vez enamorado de Marina, y le pide que se case con él. La joven acepta con la condición de que pida su mano a Jorge; con ello pretende conocer los sentimientos de éste, cuya reacción es distinta a la que espera Marina; despechado y decepcionado, porque él también está enamorado en secreto de Marina, anuncia que él también se va a casar con otra mujer.Bárbara Lluch confiesa que se encontraba estancada con la puesta en escena de la obra -«durante un viaje en avión, llegué a tirar la partitura, frustrada, sobre mi compañero de asiento», dice- cuando reparó en una frase que pronuncia Marina: «¡Qué idea a iluminarme viene para saber si Jorge me ama o no!», que no es otra que utilizar a Pascual para lograr su objetivo. Ahí pensó la directora de escena en lo que somos capaces de hacer cuando somos adolescentes y estamos enamorados. «La Bárbara de 15 o 16 años hizo cosas peores que Marina… La intensidad de los sentimientos a su edad, su impetuosidad, me dio la clave para entender a los personajes. Los cuatro son personas que gestionan muy mal sus historias amorosas y son muy difíciles de entender». «La condición humana está llena de inseguridades y miedos que nos hacen gestionar de maneras diferentes nuestras emociones -ha escrito-. He escuchado a amigas mías jurar, tras una ruptura amorosa, que se meterían a monjas y nunca más volverían a mirar a un hombre. Tengo amigos que son incapaces de dar el primer paso por miedo al ridículo y yo misma me he metido en enredos que podrían haber sido erradicados desde el principio si yo me hubiese sabido expresar». Bárbara Lluch ha contado en esta producción con la colaboración de Daniel Bianco (escenografía), Clara Peluffo (vestuario), Albert Faura (iluminación) y Mercè Grané (movimiento escénico). Junto a ellos ha creado una puesta en escena que califica de luminosa. «’Marina’ no es un drama -asegura-; sí lo era lo que pasaban los pescadores en Lloret de Mar en aquella época. Pero lo que ocurre no es trágico -«depende de para quién», protesta Rubén Amoretti, intérprete de Pascual, el «pagafantas» de la función-. Es algo que pasa constantemente en la vida de los adolescentes». «Vivimos en un mundo muy feo, con la guerra rodeándonos. Hay que llevar luz y belleza al escenario, y es lo que voy a hacer». La directora ha situado la acción en la época del estreno de la obra, mediados del siglo XIX, en Lloret de Mar -una localidad costera en la provincia de Gerona-, y le ha dado, dice, «un tinte tradicional pasado por el tamiz de Sorolla ».Noticias Relacionadas estandar Si Bárbara Lluch: «La sala de ensayo ideal para mí es una conversación» Julio Bravo estandar Si Rubén Amoretti, el tenor que se convirtió en bajo por culpa de un tumor cerebral Julio BravoBárbara Lluch reconoce que su enamoramiento por ‘Marina’ fue primero a través de su música. El responsable de esta faceta, José Miguel Pérez Sierra , encontró la luz para abordar una partitura que a veces ha sido calificada de ‘aburrida’ cuando dirigió otra obra de Arrieta: ‘ San Franco de Sena ‘. «Creo que el problema es una aproximación a la partitura equivocada». El director musical veía en ‘San Franco de Sena’ más similitudes con Verdi que con Bellini y Donizetti. Y analizando ‘Marina’ -una obra habitualmente considerada belcantista: «lo es porque Arrieta escribía muy bien para las voces, pero ‘Il trovatore’ también lo es»- pensó: «¿por qué no ‘hacer un Verdi’ en lugar de ‘hacer un Donizetti’? Cuando se estrenó ‘Marina’, Wagner ya había estrenado ‘El holandés errante’, que explica el coro de marineros del primer acto. Y Verdi ya había estrenado ‘Don Carlo’ cuando Arrieta convirtió la zarzuela en ópera. Así que he querido hacer una versión más intensa y juvenil. ‘Marina’ es una partitura magnífica y apabullante», concluye el director musical.