Ignasi Costas, el abogado total
Ignasi Costas es el abogado total en una era de especializaciones fatuas, incompletas y que sólo redundan en el expolio del cliente. Uno que sólo sirve para alcalde de su pueblo –Felipe González lo dice– probablemente no sirva ni para alcalde de su pueblo. Integra Ignasi la empatía, la colaboración y la lealtad como pilares fundamentales en la relación con su cliente. El abogado moderno , e Ignasi Costas es uno de los pocos abogados modernos de España, promueve un entendimiento global del negocio del cliente, abarcando más que sólo lo jurídico, e invierte tiempo y recursos en ellos para conocer lo que los hace únicos. Su elasticidad intelectual, su curiosidad y constante aprendizaje hacen evolucionar al cliente en sus negocios. Ignasi tiene la idea de tu empresa en su cabeza y te ayuda a mejorarla y a proyectarla. En la era en que los grandes emprendedores tienen que reservar elevadas partidas presupuestarias para su defensa, Ignasi Costas es el abogado que hay que contratar antes de que surjan problemas, para que la prevención y la proactividad den paso al crecimiento y tu abogado no sea una carga económica sino quien mejor te hace ver tus posibilidades estratégicas. Si hoy en España todos los abogados tuvieran como emolumento una parte de lo que gracias a ellos ganan sus emprendedores o patronos, sólo Ignasi y pocos más podrían vivir por encima de la Diagonal e irse de vacaciones con su familia. Y especialmente algunos, si su vida tuviera que guardar proporción por cómo les va a sus clientes, tendrían que estar dentro. Cristóbal Martell sería el CEO de la agencia de viajes de la cárcel, más que nada para ir moviendo a los muchos que tiene en ella, Pablo Molins el organizador de las fiestas de cumpleaños y Jordi Pina el barman. Y Melero de alguacil, claro. Ese hombre que conduce a sus clientes a una pena de prisión de 13 años y que luego escribe un best-seller explicando lo idiotas que llegan a ser. ¡Bravo Javier!Otro hilo conductor, deprimente, de los abogados clásicos es que hacen sentir un genio a su cliente y lo encierran en su zona de confort. Le asustan con peligros que no existen, o que si existen es por causa y culpa de una flagrante dejadez empresarial nunca señalada, y le crean el imaginario de que perder poco o una condena leve son en el fondo una gran victoria. Son estos abogados grandilocuentes, carísimos, que «defienden» a sus clientes en lugar de impulsarlos a crecer y ser mejores.En Ignasi Costas destaca la rapidez en la toma de decisiones y en la ejecución de estrategias, sin sacrificar la calidad del servicio. Su exquisita discreción, de amnesia selectiva , asegura la privacidad. Su rol en el consejo asesor de Harvard y su experiencia en el ecosistema de ‘startups’ y su enfoque innovador y disruptivo en la práctica legal, adaptándose a un mundo en constante cambio, sobre todo para emprendedores digitales y tecnológicos, hacen de él un abogado inusual y más preparado para afrontar los retos. Escribir «ecosistema de ‘startups’» es algo que he valorado muy severamente. Me ha sonado al lenguaje que se maneja en estos ambientes, con la idea de no quedar como un burro que desconoce la palabrería o que no soy uno de ellos. Ahora cuando lo he vuelto a leer he pensado que el lector pensará que no sólo soy un imbécil hablando de lo que no sé sino que además soy un cretino por no darme cuenta de lo mal que quedo. He decidido no borrarlo y añadir este comentario para que todo el mundo pueda ver el ridículo que llegamos a hacer cuando escribimos palabras que no significan absolutamente nada y sólo sirven para que los que no tienen nada que decirse tengan algunas frases que soltar sin que sea necesario que las escuche nadie.El señor Costas no juega a esto e incluso va más allá en su disrupción y originalidad, y al revés de muchos de sus colegas, ataca a sus clientes. Y por eso algunos, al principio, no se acaban de sentir bien. La clase de abogado que Costas es no busca asustar a su cliente para venderle anestesia como si fuera un remedio, sino que busca una conversación inteligente para que perder no esté ni en la ecuación y la tensión esté en ganar más y mejor. La ventaja de tener de abogado al señor Costas es que le necesitas más tú a él que él a ti, y eso simplifica siempre las relaciones con los proveedores. Si te quedas con él es por algo y tú tienes que saber qué es. Y eso implica ponerte ante el espejo aunque al principio no te guste lo que ves. Bien. Ahora ya sabes para qué necesitas a Ignasi.Forma parte de su entrega la actualización permanente de sus conocimientos y de la legislación que le afecta, una aversión vital al estancamiento, y un inconformismo casi rebelde , casi antisistema que exige más a sus clientes de lo que estaban acostumbrados a exigirse a sí mismos. Costas no es un abogado para salir a empatar ni para despreocuparse delegando en él las cuestiones legales de la empresa. Para eso hay muchos abogados en España, que visten mejor que Costas, tienen despachos en zonas más céntricas, se hacen invitar a mejores restaurantes y beben mucho más para pasar contigo la tarde en condiciones mucho menos provechosas. Si quieres que Costas trabaje para ti, tú tendrás que trabajar para ti mismo y para tu empresa por lo menos tanto como él.La obsesión de este abogado por su trabajo, su desinterés por la mayoría de los placeres mundanos y la rabia que le da perder el tiempo son algunas de las formas indirectas de lealtad hacia sus clientes. Su rectitud se expresa a veces en el retorcimiento extremo –pero eficaz y culto para no provocar más drama del que pretende resolver– de todo lo que te rodea, para que no estés solo en el infierno. Ignasi Costas es un mentor que no solo guía a sus clientes sino que también establece relaciones de amistad y confianza.Noticia Relacionada todo irá bien opinion Si Las tripas de la libertad Salvador Sostres En lugar de dar las gracias a los que luchan por defendernos, les gritamos lo peor desde nuestro subsidiado sofáLa conversación con Ignasi Costas hay que empezarla mucho antes de tener problemas, y no con la idea de resolverlos sino de no tenerlos, o de tener otros problemas mejores. El miedo a verte reflejado en él con todas tus limitaciones y tus defectos es como el miedo a las inyecciones. El pinchazo dura un momento y luego te curas. Soportar algunos momentos de humillación es mejor que vivir en la humillación permanente y que todo el mundo pueda verlo menos tú. Vivimos en un mundo demasiado grande para ser personas pequeñas. Todos necesitamos que nos hablen como no suelen hablarnos y entender que no somos una suma de trocitos que se pueden interpretar individualmente sino una idea, una unidad de destino, y que sin conocimiento y sin inteligencia, ni el sincero deseo de un mundo mejor, estamos condenados a que mucho antes de la muerte, nos llegue el olvido.